Historia
Los orígenes fundacionales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se remontan al año 1478, concretamente al 24 de junio (día de San Juan) momento en el cual Juan Rejón, capitán de la Corona de Castilla, inicia la conquista de la isla de Gran Canaria. Esta conquista se inicia en la desembocadura del barranco de Guiniguada, lugar que inicialmente se denominaría El Real de Las Palmas y que forma parte del barrio de Vegueta.
La lucha se prolongó por un periodo de cinco años, costando un gran número de vidas, sobre todo en el lado aborigen, que carecía de medios para defenderse frente a los ejércitos mandados por los Reyes Católicos. Aun así la resistencia fue feroz. El final de la conquista llegaría en 1483, con la incorporación de la isla a la Corona de Castilla por parte de Don Pedro de Vera que logró el sometimiento de los aborígenes de Gáldar en la zona noroeste de la isla.
En 1485 se traslada la Catedral desde El Rubicón hasta el Real de Las Palmas. La importancia de la ciudad fue creciendo paulatinamente, convirtiéndose en el centro administrativo y político del Archipiélago, constituyéndose la primera Obispado de Canarias, el primer Tribunal de la Santa Inquisición, la Real Audiencia de Canarias y residencia de Capitanes Generales de Canarias durante más de tres siglos desde 1480 hasta 1810. Prueba de la importancia que fue adquiriendo la ciudad, es la escala que realizó Cristóbal Colón en agosto de 1492, para efectuar unas reparaciones en el timón de La Pinta, además de cambiar el velamen original de La Niña (velas triangulares por unas cuadradas, hecho que le convirtió en la carabela más rápida de la expedición) antes de partir hacia La Gomera, su última escala antes del viaje del descubrimiento de América.
Durante estos primeros siglos de vida, la ciudad se convirtió en un punto activo económico, principalmente debido al comercio de la caña de azúcar, llegando en el siglo XVII un receso debido al freno que sufrieron las exportaciones agrarias tanto a América como al resto de Europa. Durante la época de esplendor, se produjeron numerosos ataques piratas que se prolongaron en el tiempo hasta el siglo XVIII. Plantilla:Wikipedia Grabada peq
[editar]La gran invasión de finales del XVI
En los primeros momentos de la historia de Las Palmas de Gran Canaria, las fortificaciones que la defendieron tuvieron suma importancia. En su desarrollo urbano también, puesto que las cercas defensivas influyeron en contener la expansión del casco urbano durante siglos. La ciudad nunca contó con un sistema defensivo eficaz. Desde finales del siglo XV, Las Palmas se hallaba defendida sólo por una fortaleza, enclavada en las montañas de La Isleta. Este fortín, situado a cinco kilómetros de la ciudad, en las inmediaciones dónde hoy se levanta el Castillo de la Luz, era el más próximo para asistirla, lo cual impedía que pudiese representar un buen papel defensivo en caso de un ataque directo a la ciudad. Esta precaria situación se mantuvo hasta poco antes de finales del siglo XVI, cuando la amenaza de corsarios y flotillas extranjeras se hizo notar avanzado mediados de siglo. Es desde entonces cuando se empieza a pensar en dotar a la ciudad de un sistema de fortificaciones más apropiado. Así, se levantaron pequeños baluartes en el litoral y en los extremos norte y sur colindantes con la marea, de los que ha llegado hasta nuestros días el Torreón de San Pedro Mártir, conocido popularmente como Castillo de San Cristóbal, del año 1577. De esta misma época datan las murallas de que cerraban la ciudad por sus flancos norte y sur y que vinieron a marcar los límites a su expansión urbana. Aún hoy se conservan algunos restos de ellas, justo en las cercanías del llamado Castillo de Mata, actualmente en restauración para dedicarlo a futuro museo de la ciudad.
Ataque de Van der Does a la ciudad. Grabado holandés del siglo XVII.Empero estas fortificaciones no hicieron desistir a la escuadra de navíos ingleses, comandada por John Hawkins y Francis Drake que, a finales del siglo XVI (1595) pretendió, sin éxito, desembarcar en el litoral de Las Palmas con la intención de saquearla. Mucho menos pudieron con la Gran Armada holandesa, mandada por el almirante Pieter Van der Does, que se presentó ante la ciudad el 26 de junio de 1599. En esta ocasión, Las Palmas fue asediada durante dos días y finalmente, tras duros y cruentos combates, tomada en la tarde del 28 de junio por las fuerzas holandesas, formadas por más de seis mil soldados y 74 navíos. Aun hostigados por las milicias isleñas, que consiguieron hacerles frente y ganarles algunas batallas, los invasores permanecieron en la ciudad algunos días más. Durante este tiempo, saquearon la Catedral de Canarias, Santa Ana, las casas consistoriales, conventos y numerosas iglesias, así como algunas casas y mansiones. Finalmente, el 4 de julio, los holandeses tuvieron que marcharse, no sin antes proceder al incendio de la ciudad. Las llamas afectaron a numerosas casas, conventos, hospitales, ermitas e iglesias y edificios públicos, algunos de los cuales quedaron completamente destruidos. También se perdieron numerosas obras de arte, entre ellas los retablos, altares e imaginería de la Catedral, muchas y buenas obras de arte sacro; pero no se pudo acabar de incendiar y destruir el templo catedralicio gracias a la solidez de su construcción.
Fue la mayor invasión en la historia de la ciudad que vino a poner fin a un negro siglo XVI.
[editar]Historia reciente
En el siglo XIX se produjo un hecho de importancia vital para la economía de la ciudad: la instauración de los puertos francos. Se trataba de un régimen económico especial que favorecía las relaciones comerciales del archipiélago. Este beneficio actuaba como estimulante para que numerosos barcos y navieras recalaran en la isla. Este ir y venir de barcos fue la primera semilla para que posteriormente se desarrollara en la isla la principal fuente de economía actual: el turismo. De este interés inicial por el turismo nace en 1890 el primer hotel de la isla, el Hotel Santa Catalina,que en la actualidad sigue abierto.
La ciudad no ostentó la figura de la capitalidad compartida hasta 1927, año en el que un Real Decreto durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera puso fin a la capitalidad única que hasta ese momento ostentaba Santa Cruz de Tenerife, motivo que unido a la lucha por el control económico de las Islas, hizo nacer el llamado "pleito insular" con la otra capital, Santa Cruz de Tenerife.
Francisco Franco, siendo Capitán General de Canarias, partió desde Las Palmas de Gran Canaria al comienzo de la sublevación y de la subsiguiente Guerra Civil Española. En el Hotel Madrid se conserva intacta la habitación en la que hizo noche el General el día anterior al alzamiento nacional.
Con posterioridad a la finalización de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial, se notaron ciertos síntomas de recuperación turística, que culminan en la Navidad de 1957 cuando aterriza en el Aeropuerto de Gando (hoy de Gran Canaria), un avión de la compañía sueca Transair AB, con 54 pasajeros en su interior. Acababa de iniciarse la era de los vuelos chárter, principal motor económico de la isla, y en general del archipiélago canario en la actualidad.
Los orígenes fundacionales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se remontan al año 1478, concretamente al 24 de junio (día de San Juan) momento en el cual Juan Rejón, capitán de la Corona de Castilla, inicia la conquista de la isla de Gran Canaria. Esta conquista se inicia en la desembocadura del barranco de Guiniguada, lugar que inicialmente se denominaría El Real de Las Palmas y que forma parte del barrio de Vegueta.
La lucha se prolongó por un periodo de cinco años, costando un gran número de vidas, sobre todo en el lado aborigen, que carecía de medios para defenderse frente a los ejércitos mandados por los Reyes Católicos. Aun así la resistencia fue feroz. El final de la conquista llegaría en 1483, con la incorporación de la isla a la Corona de Castilla por parte de Don Pedro de Vera que logró el sometimiento de los aborígenes de Gáldar en la zona noroeste de la isla.
En 1485 se traslada la Catedral desde El Rubicón hasta el Real de Las Palmas. La importancia de la ciudad fue creciendo paulatinamente, convirtiéndose en el centro administrativo y político del Archipiélago, constituyéndose la primera Obispado de Canarias, el primer Tribunal de la Santa Inquisición, la Real Audiencia de Canarias y residencia de Capitanes Generales de Canarias durante más de tres siglos desde 1480 hasta 1810. Prueba de la importancia que fue adquiriendo la ciudad, es la escala que realizó Cristóbal Colón en agosto de 1492, para efectuar unas reparaciones en el timón de La Pinta, además de cambiar el velamen original de La Niña (velas triangulares por unas cuadradas, hecho que le convirtió en la carabela más rápida de la expedición) antes de partir hacia La Gomera, su última escala antes del viaje del descubrimiento de América.
Durante estos primeros siglos de vida, la ciudad se convirtió en un punto activo económico, principalmente debido al comercio de la caña de azúcar, llegando en el siglo XVII un receso debido al freno que sufrieron las exportaciones agrarias tanto a América como al resto de Europa. Durante la época de esplendor, se produjeron numerosos ataques piratas que se prolongaron en el tiempo hasta el siglo XVIII. Plantilla:Wikipedia Grabada peq
[editar]La gran invasión de finales del XVI
En los primeros momentos de la historia de Las Palmas de Gran Canaria, las fortificaciones que la defendieron tuvieron suma importancia. En su desarrollo urbano también, puesto que las cercas defensivas influyeron en contener la expansión del casco urbano durante siglos. La ciudad nunca contó con un sistema defensivo eficaz. Desde finales del siglo XV, Las Palmas se hallaba defendida sólo por una fortaleza, enclavada en las montañas de La Isleta. Este fortín, situado a cinco kilómetros de la ciudad, en las inmediaciones dónde hoy se levanta el Castillo de la Luz, era el más próximo para asistirla, lo cual impedía que pudiese representar un buen papel defensivo en caso de un ataque directo a la ciudad. Esta precaria situación se mantuvo hasta poco antes de finales del siglo XVI, cuando la amenaza de corsarios y flotillas extranjeras se hizo notar avanzado mediados de siglo. Es desde entonces cuando se empieza a pensar en dotar a la ciudad de un sistema de fortificaciones más apropiado. Así, se levantaron pequeños baluartes en el litoral y en los extremos norte y sur colindantes con la marea, de los que ha llegado hasta nuestros días el Torreón de San Pedro Mártir, conocido popularmente como Castillo de San Cristóbal, del año 1577. De esta misma época datan las murallas de que cerraban la ciudad por sus flancos norte y sur y que vinieron a marcar los límites a su expansión urbana. Aún hoy se conservan algunos restos de ellas, justo en las cercanías del llamado Castillo de Mata, actualmente en restauración para dedicarlo a futuro museo de la ciudad.
Ataque de Van der Does a la ciudad. Grabado holandés del siglo XVII.Empero estas fortificaciones no hicieron desistir a la escuadra de navíos ingleses, comandada por John Hawkins y Francis Drake que, a finales del siglo XVI (1595) pretendió, sin éxito, desembarcar en el litoral de Las Palmas con la intención de saquearla. Mucho menos pudieron con la Gran Armada holandesa, mandada por el almirante Pieter Van der Does, que se presentó ante la ciudad el 26 de junio de 1599. En esta ocasión, Las Palmas fue asediada durante dos días y finalmente, tras duros y cruentos combates, tomada en la tarde del 28 de junio por las fuerzas holandesas, formadas por más de seis mil soldados y 74 navíos. Aun hostigados por las milicias isleñas, que consiguieron hacerles frente y ganarles algunas batallas, los invasores permanecieron en la ciudad algunos días más. Durante este tiempo, saquearon la Catedral de Canarias, Santa Ana, las casas consistoriales, conventos y numerosas iglesias, así como algunas casas y mansiones. Finalmente, el 4 de julio, los holandeses tuvieron que marcharse, no sin antes proceder al incendio de la ciudad. Las llamas afectaron a numerosas casas, conventos, hospitales, ermitas e iglesias y edificios públicos, algunos de los cuales quedaron completamente destruidos. También se perdieron numerosas obras de arte, entre ellas los retablos, altares e imaginería de la Catedral, muchas y buenas obras de arte sacro; pero no se pudo acabar de incendiar y destruir el templo catedralicio gracias a la solidez de su construcción.
Fue la mayor invasión en la historia de la ciudad que vino a poner fin a un negro siglo XVI.
[editar]Historia reciente
En el siglo XIX se produjo un hecho de importancia vital para la economía de la ciudad: la instauración de los puertos francos. Se trataba de un régimen económico especial que favorecía las relaciones comerciales del archipiélago. Este beneficio actuaba como estimulante para que numerosos barcos y navieras recalaran en la isla. Este ir y venir de barcos fue la primera semilla para que posteriormente se desarrollara en la isla la principal fuente de economía actual: el turismo. De este interés inicial por el turismo nace en 1890 el primer hotel de la isla, el Hotel Santa Catalina,que en la actualidad sigue abierto.
La ciudad no ostentó la figura de la capitalidad compartida hasta 1927, año en el que un Real Decreto durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera puso fin a la capitalidad única que hasta ese momento ostentaba Santa Cruz de Tenerife, motivo que unido a la lucha por el control económico de las Islas, hizo nacer el llamado "pleito insular" con la otra capital, Santa Cruz de Tenerife.
Francisco Franco, siendo Capitán General de Canarias, partió desde Las Palmas de Gran Canaria al comienzo de la sublevación y de la subsiguiente Guerra Civil Española. En el Hotel Madrid se conserva intacta la habitación en la que hizo noche el General el día anterior al alzamiento nacional.
Con posterioridad a la finalización de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial, se notaron ciertos síntomas de recuperación turística, que culminan en la Navidad de 1957 cuando aterriza en el Aeropuerto de Gando (hoy de Gran Canaria), un avión de la compañía sueca Transair AB, con 54 pasajeros en su interior. Acababa de iniciarse la era de los vuelos chárter, principal motor económico de la isla, y en general del archipiélago canario en la actualidad.
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